viernes, 29 de noviembre de 2013

Variaciones en el PH vaginal

Empezaremos explicando primeramente qué es pH. El pH es un indicador del grado de acidez o alcalinidad de un producto o de una zona del cuerpo. Su valor oscila dentro de un rango que va de 0 a 14, correspondiendo el 0 al valor más ácido y el 14 al más alcalino. Un pH de 7 se considera neutro.

El pH fisiológico de la piel, dependiendo de la zona del cuerpo, tiene unos valores ligeramente ácidos, entre 5 y 6

Las bacterias que componen la flora vaginal (Lactobacillus sp) producen ácido láctico que mantiene un pH vaginal adecuado creando una barrera de protección que impide el crecimiento de microorganismos patógenos. El pH vaginal que se consigue es ácido. Esta acidez vaginal constituye una defensa frente a posibles infecciones porque impide el crecimiento de gérmenes patógenos.
Aunque las cifras fisiológicas del pH vaginal son variables según la edad de la mujer y su estado hormonal:
  1. El pH hasta la pubertad es de 7,0.
  2. En la edad fértil, el pH vaginal oscila normalmente en unos valores entre 4,0 y 5,0, pudiendo experimentar ligeras variaciones durante el embarazo.
    Se distinguen distintas situaciones que implican variaciones en el pH vaginal: en la fase menstrual el pH es 6,8-7,2, en la fase premenstrual el pH es 3,8-4,2 y durante el resto del ciclo el pH varía entre 4,0 y 5,0.
  3. Con la llegada de la menopausia el pH vaginal vuelve a ser como en los comienzos de la vida de la mujer con valores próximos a 7,0.
Un desequilibrio en el pH vaginal fuera de estos rangos, puede alterar el equilibrio de la flora habitual permitiendo el aumento de gérmenes patógenos y la aparición de infecciones.


                                 (Gráfica Consumercare Bayer)

Además, existen otras situaciones habituales que pueden alterar el pH fisiológico de la zona íntima: uso de sustancias químicas o tejidos que irritan o provocan reacciones alérgicas locales (espermicidas, látex, ropa interior de fibras sintéticas...); factores térmicos; traumatismos (rozaduras por el uso de prendas ajustadas); diabetes; uso de antibióticos de amplio espectro; anticoncepción (preservativos, DIU, píldoras)…



Un pH vaginal alterado favorece la presencia de molestias como picor, irritaciones y enrojecimiento así como la aparición de infecciones vaginales:

-Los hongos y levaduras causantes de vaginitis, entre los que destaca la Candida albicans como agente causal más prevalente, crecen bien en un rango de pH próximo al de la vagina (4,2 - 4,7). Se trata pues de un pH ácido y es por ello que ante cualquier desequilibrio en la ecología vaginal y disminución de ese pH se produce este tipo de infecciones con una elevada frecuencia. Además del tratamiento indicado por el médico (Fluconazol, Clotrimazol, Itraconazol,...), la utilización de un gel de higiene íntima con un pH de 8,5 contribuye a eliminar las Candidas de la zona vulvar y perineal, limitando la posibilidad de infección o recidiva. 

-En cambio las vaginitis de origen bacteriano o por Tricomonas, precisan valores de pH entre 5 y 6(por disminución de la flora normal de Lactobacillus sp)
.
Además del tratamiento indicado por el médico (Metronidazol, Clindamicina), la utilización de un gel de higiene íntima con un pH de 4,5 contribuye a eliminar las bacterias del la infección vulvovaginal.

La principal defensa contra las molestias e irritaciones vulvo-vaginales es una correcta higiene íntima diaria que ayude a mantener el pH vaginal adecuado.


                                                      

CONSEJOS PARA LA HIGIENE ÍNTIMA DE LA MUJER

 

Existen algunas medidas y buenos hábitos que pueden ayudar a mantener el equilibrio natural de la zona íntima previniendo la aparición de irritaciones e infecciones vaginales:

  • Escoger ropa preferentemente holgada que permita la circulación del aire.
  • Elegir preferiblemente ropa interior de algodón que facilite la transpiración.
    Evitar el uso de ropa muy ajustada que facilita irritaciones y hace sudar mucho más los genitales femeninos.
  • Después de nadar en el mar o en una piscina, ducharse y secarse cuidadosamente. Evitar permanecer demasiado tiempo con el bañador mojado. Cambiar de ropa interior cuando esté húmeda.
  • Higiene íntima una o dos veces al día realizando el lavado desde la parte delantera a la parte trasera para evitar introducir en la vulva bacterias del recto. Nunca en dirección contraria.

  • Evitar el uso de ropa muy ajustada que facilita irritaciones y hace sudar mucho más los genitales femeninos.
  • Lavarse las manos antes y después de ir al baño.
  • Utilizar productos para la higiene diaria que no sean agresivos, especialmente formulados para la zona íntima. 
  • Es importante que tras su uso se aclare bien con agua abundante y que se seque suavemente con una toalla limpia.
  • Uso esporádico de los tampones y no de forma permanente, ya que impide la salida de flujo y bacterias.
  • Beber mucha agua. Ingerir poca agua implica menor eliminación de líquido y mayor estancamiento lo que favorece el desarrollo de gérmenes.
  • Cuando el olor de la vagina es fuerte y molesto, indica una alteración de su composición. Hay que visitar al ginecólogo.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Uso responsable de los antibióticos


Aprovechando el Día Europeo para el Uso Prudente de Antibióticos, quiero poner de manifiesto algo que sucede con demasiada frecuencia en el día a día de las farmacias. Existe una gran cantidad de pacientes, que sin saber a veces ni que diagnóstico tienen, vienen a la farmacia a pedir antibióticos sin receta. Además del consiguiente cabreo cuando no se lo dispensamos, escuchamos con frecuencia frases tales como:

- Para qué molestar al médico cuando me da siempre lo mismo para esta dolencia.
- En otra farmacia me lo van a dar.
- Ese antibiótico siempre lo tomo.
- Es que tengo gripe... A lo que contesto, señor/a la gripe es un virus y no sirven para nada los antibióticos.
- El otro día tu compañero me lo dio... A lo que contesto, señor/a ninguno de los farmacéutico de esta farmacia dispensamos antibióticos sin receta.
Y otras muchas y variopintas respuestas que seguro mis compañeros de profesión han oido.
La última anécdota en la farmacia en la que trabajo, fue una señora que nos puso una hoja de reclamaciones por no dispensarle un antibiótico sin receta, a día de hoy todavía no ha traido la hoja de reclamaciones para que se la sellemos.




Recordemos que "un antibiótico es un medicamento destinado a acabar con procesos infecciosos producidos por un determinado tipo de agentes microbianos, las bacterias. De la misma forma que existen múltiples especies de bacterias capaces de provocar enfermedades en personas y animales, existe una amplia variedad de antibióticos que actúan con cierto grado de selectividad frente a tales bacterias. El objetivo terapéutico del antibiótico es ayudar al organismo en su lucha biológica frente a las bacterias causantes de la infección.
Existen muchas clases de antibióticos, que actúan de formas diferentes y sobre grupos diversos de bacterias patógenas. Por ello, es fundamental que previamente a la utilización de un antibiótico se lleve a cabo un diagnóstico médico preciso, para determinar cuál es el alcance de la infección, su posible agente microbiano causal y su tratamiento más adecuado, teniendo en cuenta también otros aspectos específicos del paciente."

Así que, los antibióticos sólo deben ser utilizados si han sido debidamente prescritos por un médico y dispensados en una farmacia presentando la correspondiente receta médica.
El diagnóstico y la prescripción médica garantizan la mejor selección del antibiótico adecuado para cada situación, optimizando los resultados terapéuticos y reduciendo a un mínimo razonable el riesgo de efectos adversos debidos al antibiótico. 
Pero, además, en el caso de los antibióticos existe un problema adicional al de los posibles efectos adversos que puede experimentar el propio paciente que toma el antibiótico. Se trata de las resistencias bacterianas:  Las bacterias son organismos vivos y, por tanto, presentan una notable capacidad de adaptación al entorno. Tal capacidad de adaptación también se manifiesta en las bacterias con capacidad para producir enfermedades en personas y animales. En este sentido, muchas de estas bacterias patógenas han sido capaces de desarrollar mecanismos por los cuales se vuelven resistentes a uno o varios tipos de antibióticos. Y ese es uno de los motivos por los que el empleo de algunos antibióticos en determinadas infecciones ha ido perdiendo paulatinamente eficacia. 

Nuestra labor como farmacéuticos debe garantizar la seguridad y eficacia del tratamiento.


CONSEJOS PARA EL  USO PRUDENTE DE ANTIBIÓTICOS 

  • En caso de padecer una infección se debe acudir siempre al médico, al ser el profesional que le indicará si la enfermedad está producida por una bacteria y le prescribirá el antibiótico adecuado para la infección.
  • Hay que tener en cuenta que enfermedades como la gripe y ciertas infecciones de garganta son producidas por virus y el uso de antibióticos no es eficaz.
  • Es especialmente importante cumplir el tratamiento completo, aunque se mejore antes. Si se interrumpe el tratamiento de forma prematura, se corre el riesgo de que la bacteria patógena vuelva a crecer y a multiplicarse, produciendo así una infección aún más grave.
  • La duración del tratamiento vendrá especificada en la receta médica. Generalmente, la mayoría de los tratamientos se establecen por periodos entre 5 y 10 días.
  • Es esencial tomar la cantidad correcta de medicamento y cada dosis a la hora adecuada.
  • Los antibióticos son generalmente fármacos seguros, aunque, como todo medicamento pueden producir reacciones adversas. La alergia es uno de los efectos adversos más conocidos, aunque no de los más frecuentes. El paciente debe estar informado si es alérgico y llevar siempre consigo una tarjeta o medalla que lo indique.
  • Otros efectos adversos se producen por la destrucción, además de las bacterias patógenas, de bacterias beneficiosas que se encuentran formando parte de la flora intestinal. Esto puede ocasionar dolor de estómago, diarrea, infecciones vaginales y otros problemas.


viernes, 15 de noviembre de 2013

Inquietudes boticarias

Me gustaría hablar de una vieja inquietud, la posibilidad de que los Colegios Farmacéuticos Profesionales de varios países (por ejemplo los de UE) facilitaran el trabajo como farmacéuticos comunitarios al país que nos interesara ir, además de todos los requisitos como la convalidación del título que suele ser bastante larga.
Así nos ayudarían en la movilidad hacia otro país, para ir a trabajar allí definitivamente o mediante un intercambio saber cómo trabajan nuestros colegas y al contrario, para que farmacéuticos comunitarios de otros países conozcan nuestra forma de trabajo y así intercambiemos nuestras experiencias. Creo que nos enriqueceríamos y sería bueno para nuestra profesión.
Sé que hace unos meses salió una noticia en el que el COFM y la Cámara de Comercio Alemana para España acordaban la capacitación de farmacéuticos españoles para que trabajasen allí, pero nada a nivel globlal del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, una lástima.


En mi caso, mi país favorito de destino sería Alemania, me gustaría saber la forma de trabajar que tienen los boticarios allí y vivir la experiencia. Tengo que mejorar mi nivel de alemán, lo sé, fundamental para comunicarme, pero sería una buena fuente de experiencia.

Y no sólo como una oportunidad de trabajo en la época de crisis que estamos pasando, sino como otra parte de la continua formación en la que estamos inmersos los farmacéuticos hoy en día.
Ya sé que no es tarea fácil,  pero pienso desde mi punto de vista como farmacéutico adjunto, que merecería la pena.