Siempre hay boticas que merecen ser mencionadas por la historia que acumulan. En A Fonsagrada - Lugo- hay una de esas maravillas que tengo pendiente visitar.
A principios del siglo XX, llegaron a las boticas las formas más atrevidas del Modernismo, empezando a mostrar más lujo en el mobiliario y utilizando con abundancia las líneas curvas y asimétricas en los preciosos muebles de madera.
A principios del siglo XX, llegaron a las boticas las formas más atrevidas del Modernismo, empezando a mostrar más lujo en el mobiliario y utilizando con abundancia las líneas curvas y asimétricas en los preciosos muebles de madera.
Encontramos en esta farmacia de A Fonsagrada un precioso mobiliario original, una gran colección de botámenes y tres botellas
de cristal tallado de La Granja, denominadas redomas de sanguijuelas y que eran de tamaños diferentes para almacenar sanguijuelas en agua (se tenía que cambiar el agua cada poco tiempo para mantenerla vivas).
En la base se halla la botella más grande hasta llegar a la de arriba que es la más pequeña, encajando unas sobre otras con el tapón en la parte alta para impedir que las sanguijuelas escaparan. Esta redoma es la única existente en las boticas españolas.
En la base se halla la botella más grande hasta llegar a la de arriba que es la más pequeña, encajando unas sobre otras con el tapón en la parte alta para impedir que las sanguijuelas escaparan. Esta redoma es la única existente en las boticas españolas.
Hasta principios de este siglo, aún se creía que
aplicadas sobre la piel, las sanguijuelas podían curar numerosas enfermedades, que eran capaces de sacar al demonio del
cuerpo, aunque en realidad reducían hematomas, inflamaciones y
tumefacciones, al extraer la sangre de la zona.
Estos frascos de cristal se encuentran encima del ojo del boticario, un pequeño mueble lleno
de cajones y con puertas a ambos lados, en el que los antiguos boticarios guardaban las materias primas más
valiosas y difíciles de conseguir como productos venenosos o especialmente tóxicos. El ojo del boticario de esta farmacia es de planta hexagonal, una forma muy
rara para este tipo de mobiliario.
Las lámparas de carburo fueron la primera
iluminación de la botica cuando esta se abrió. Hoy en día ya no se conservan, pero en su lugar y casi encima del ojo de boticario
se encuentra una lámpara modernista de inspiración francesa que Josefa Pérez (abuela de la actual propietaria) compró en un rastro de Barcelona.
Aunque no se tienen fechas exactas, se sabe que la Farmacia perteneció a un boticario catalán a finales del siglo XIX fecha que se estima en torno al 1898, al aparecer unos horarios de tren de ese año en la rebotica.
De ahí pasó a manos de D. Ovidio Peñamaría y Flórez de Sierra y de este a su hijo Joaquín.
Posteriormente, su propietaria fue Josefa Pérez Fernández, citada anteriormente.
Desde el año 2005 es Catalina Ortiz de Galisteo Pérez la actual propietaria, que realizó ese mismo año una pequeña reforma, aunque al ser un edificio histórico protegido (por estar en el Camino Primitivo de Santiago) no pudo tocar la fachada del edificio donde está ubicada la farmacia.
De ahí pasó a manos de D. Ovidio Peñamaría y Flórez de Sierra y de este a su hijo Joaquín.
Posteriormente, su propietaria fue Josefa Pérez Fernández, citada anteriormente.
Desde el año 2005 es Catalina Ortiz de Galisteo Pérez la actual propietaria, que realizó ese mismo año una pequeña reforma, aunque al ser un edificio histórico protegido (por estar en el Camino Primitivo de Santiago) no pudo tocar la fachada del edificio donde está ubicada la farmacia.
(FUENTES: Catalina Ortiz de Galisteo Pérez, Ramón Ortiz de Galisteo, Aulet, J.L. Boticas: las antiguas farmacias de Galicia)