En el embarazo el mito de que la abstinencia es peor que seguir fumando no es cierto, el monóxido de carbono compite con el suministro de oxígeno al feto, disminuyendo la llegada de oxígeno a éste.
La nicotina cruza fácilmente la placenta, siendo sus concentraciones en el feto más altas que en los niveles maternos, además, la nicotina se concentra en el líquido amniótico y en la leche materna, pudiendo tener consecuencias graves en los fetos y en los bebés de las madres fumadoras.
Por eso, dejar de fumar al principio del embarazo es lo mejor. Bajar el número de cigarrillos no debe ser el objetivo, éste tiene que ser la eliminación total del consumo de cigarrillos.
A continuación os dejo un vídeo donde resumo todos los problemas que va a causar el humo del tabaco sobre el feto y el bebé:
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